Aunque el primer pensamiento que
nos viene a la cabeza al nombrarlas es carbón, polvo, suciedad... no tiene
porqué causarnos este tipo de inconvenientes. En ocasiones, sólo están
para decorar. Aunque te recomendamos que si decides hacer una en tu casa,
sea para utilizarla.
Chimeneas para todos los gustos
Existen muchos
tipos de chimeneas. Por un lado están las chimeneas para revestir, que
suelen utilizarse para recubrir el ladrillo de mármol o de piedra. Su
principal función es la de mantener un estilo a la antigua usanza. Este
tipo de chimenea es muy económico.
En segundo lugar, están las
chimeneas sin obra: que sólo necesitan de la perforación en la cubierta de
la vivienda para la salida de humos, ya que toda la chimenea es vista.
Dentro de este tipo están también aquellas que se instalan sólo con fin
decorativo.
Y por último, están las chimeneas calefactoras: a
través de una cámara, se le hace circular agua o aire, que a su vez es
distribuido por radiadores instalados en la vivienda o por conductos de
aire, respectivamente. Estos modelos tienen la ventaja de difundir el
calor a toda la vivienda.
Decorativas o funcionales
Decorativas y funcionales, en diferentes tamaños, modelos y colores,
las chimeneas no tiene porqué ser siempre de leña: las hay de gas,
eléctricas...
No olvides además, que siempre debes tener a mano
los accesorios necesarios para preparar un buen fuego y para cuidar de que
no se te ensucie la estancia si la chimenea es de leña: palas, cepillos,
tenazas, portaleños, fuelles para avivar el fuego, puertas de cristal y
mallas antichispas para evitar que "salten" las brasas fuera,
pantallas...
Si tu chimenea es de leña, procura siempre tener
maderas suficientes a mano, bien guardadas en un desván o en una cesta de
mimbre.
También es conveniente que la habitación en donde la
tengas, no esté cubierta de moqueta y si tiene alfombra, que ésta no quede
completamente pegada a la chimenea. Deja en medio un poco de espacio, para
evitar que la alfombra se quema con alguna brasita.
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